18 abril 2007

No a las armas de fuego

Con la tragedia del pasado lunes, 16 de abril, en el Estado de Virginia (Estados Unidos), donde un joven mató a tiros a 32 personas, se reabre el debate sobre la posesión de armas entre la ciudadanía. Mientras unos apuntan al riesgo que supone el fácil acceso a las armas, y creen que sucesos como el acaecido justifican el control de las mismas, los defensores de la tenencia de armas de fuego, amparados por la segunda enmienda de la Constitución de Estados Unidos, afirman que se sienten más seguros con un arma que sin ella. Estar armado, dicen, ofrece la posibilidad de defenderse de un criminal. Dave Kopel, experto en derecho sobre armas de fuego, sostiene, al igual que la Asociación Nacional del Rifle, que el problema del derecho a la posesión de armas de fuego es que haya espacios, como las escuelas o las universidades, donde no se permita su tenencia, de manera que deja indefensas a las personas cuando un criminal vulnera estos espacios (noticia publicada en la edición escrita de La Vanguardia). Así hemos de entender que para evitar esto, tanto el profesorado como el alumnado deberían acudir a la escuela con un arma de fuego en la mochila junto a los libros.

La famosa segunda enmienda, que según los defensores justifica la posesión de armas de fuego, hemos de entenderla en el contexto en que fue creada. Concretamente dice: "Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas". Hemos de entender que Estados Unidos había conseguido la independencia tras una guerra de independencia, y en ese momento era una entidad política débil. Era una unión de excolonias inglesas que se federaban en Nación, con un ejército federal del cual, en un momento dado, se podía desconfiar (se trataba de una cuestión ideológica sobre el federalismo), como pensaba uno de los padres fundadores de la Constitución y patrocinador de las 10 primeras enmiendas: James Madison. De la propia enmienda se desprende que la posesión de armas está condicionada a la necesidad de una milicia. Así que si desaparece esta necesidad, tal derecho pierde su razón de ser. Así que lo que debemos plantearnos es si hoy, doscientos años después de la creación de la Constitución de Estados Unidos, sigue existiendo tal necesidad.

Más allá de todo esto, podemos imaginar dos sociedades radicalmente opuestas, una donde todos los ciudadanos tengan acceso a las armas de fuego, y otra donde ningún ciudadano tenga acceso (legal o ilegalmente) a un arma de fuego. No creo que nadie dude de que de estos dos casos hipotéticos, o ideales, en el segundo se producirán menos muertes por armas de fuego. En el primer caso siempre estará presente la posibilidad de que alguien mate a otra persona de un disparo de bala, en el segundo caso eso es imposible. Luego, lo deseable será una sociedad libre de armas de fuego. Evidentemente, esta opción, a día de hoy, es una utopía, y lo seguirá siendo mientras no se apueste por ella. Ya sabemos por lo que apuestan algunos, la Asociación Nacional del Rifle lo tiene claro, en su página en español reza: Abraza la libertad. Para ellos, la libertad es tener un arma de fuego. Para mi la libertad es poderme pasear sin que nadie me pueda apuntar con un arma de fuego.